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Tokio o la capital del este, una de las 47 prefecturas de Japón y metrópolis central de la política, cultura y economía japonesa, nos esperaba con los brazos abiertos y un calor asfixiante. Fueron solo tres días y se quedaron muchas cosas por ver en el tintero pero la experiencia resulto de lo más gratificante.
Ciudad de contrastes, uno puede encontrarse desde lo más moderno, Akihabara y su famosa calle de la electrónica, a los más tradicional, como alguna que otra tienda artesanal con elementos claramente nipones.
Durante los días en que estuvimos visitamos el santuario sintoista de Meiji, dedicado a los espíritus deificados del emperador Meiji y la emperatriz Shoken y ubicado en una zona boscosa situada en el centro de la ciudad. Destruido durante la Segunda Guerra Mundial, el actual recinto es una reconstrucción finalizada en el año 1958. Huelga decir que, aparte de la espectacularidad del complejo, se respira un ambiente de paz y tranquilidad difícilmente localizables en otras urbes similares.

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Barriles de Sake donados como ofrenda
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Puerta Torii a la entrada del templo
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Monjes y aprendices en sus labores
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Espectacular jardín/bosque
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Monjes y aprendices en sus labores
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Edificios del templo entre los árboles
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Tablillas de deseos
La siguiente parada fue el templo budista de Asakusa Kannon, situado al noreste de Tokio y, al igual que el Santuario de Meiji, reconstruido tras la Segunda Guerra Mundial. Templo dedicado a la Madre Kannon (en japonés Kwan Yin) es uno de los más antiguos de la ciudad de Tokio, remontándose la historia al siglo VII cuando unos pescadores capturaron del río Sumida con su red una imagen de la diosa de la piedad, Kannon, erigiendole posteriormente un templo.
En este templo puedes probar fortuna, recogiendo al azar un palillo que te indica un cajón donde coger un papel en el que esta escrita tu suerte. Si tu futuro es bueno, puedes llevarte la predicción, pero si es malo, debes dejarlo colgado en el templo, la mala suerte no debe acompañarte.
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Acceso al templo
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Acceso al templo
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Incienso para purificarse y limpiarse
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Interior del templo
Visitamos también el Palacio Imperial, bueno, no exactamente el Palacio sinó los Jardines y solo la zona que estaba abierta ese día. No hace falta decir que en Japón el emperador es considerado un dios, y como tal, vive en un palacio simplemente espectacular. El Kōkyo, o Palacio Imperial, se encuentra en el distrito de Chiyoda y corresponde a la antigua fortaleza del castillo Edo que, al igual que los anteriores visitados, fue destruido durante la segunda guerra mundial y reconstruido en el año 1968.
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Exteriores Jardines Imperiales
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Exteriores Jardines Imperiales

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Vista de Tokio desde los Jardines Imperiales
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Puente Nijubashi en el Palacio Imperial

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Antigua torre de defensa del Palacio Imperial
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Jardines Imperiales
Al día siguiente acudimos a ver el Parque Ueno y el espectacular zoo de Tokio, donde pudimos saludar a su estrella más famosa, Shin Shin, el oso Panda.
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Vista del Parque Ueno
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Vista del Parque Ueno
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Acceso a templo sintoista en Ueno
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Templo sintoista
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Casa del Te
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Shin Shin
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¡Con el calor que hace y esta con medias!
Por la tarde,una de las visitas más deseadas: Akihabara, donde disfrute más que un niño con juguete nuevo. Es el paraíso del manga, anime y electrónica, visitamos la ya famosa Animate, donde tuve que irme con solo unas pocas compras (por desgracia, los yenes disponibles para el viaje no eran infinitos, y todavía nos quedaban unos días por delante), vimos las típicas maid y recorrimos toda la zona hasta que los pies avisaron que ya no podían mas.
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¡Llegamos a Akihabara!
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Paraiso Otaku
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¿ Manga-BUS ?
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Maid ejerciendo...
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Salón recreativo SEGA
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Animate: ¿ Quién dijo no fotos ?
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En el Code Geass Café
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¡ Este es de mi época !
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En el Gundam Café
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¿ Suena el nombre de AKB48 ?
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Mi apreciada Rei Ayanami
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Nos vamos...

Sin embargo, no todo fue de color de rosas en Tokio. Quede como anécdota (y de paso aprendizaje...) una cena en un restaurante tradicional japonés (más bien estilo yakuza de los que salen en las películas, un sótano donde nadie, ni siquiera los camareros, habla algo diferente al idioma japonés) donde no sabría asegurar que es lo que comí y mejor no preguntarlo...

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Menos mal que la cerveza si la trajeron...
Los siguientes días nos llevarían ya fuera de Tokio, a visitar el Monte Fuji, pero esto formará parte del capítulo 4: una historia de fantasmas!

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