El pasado 25 de julio inicié junto a mi familia lo que iba a ser al viaje más largo que habíamos realizado hasta la fecha. Tras duros años de ahorro y a pesar de la situación mundial de crisis (y en especial en España) decidimos irnos de vacaciones a un lugar muy lejano, allá donde nace el sol, a Japón.
Ya hubo un intento el año anterior, pero el terremoto y posterior tsunami, así como el problema nuclear, nos echaron para atrás, pero este año iba a ser diferente, este año nos íbamos, pasara lo que pasara, sería nuestra primera vez, nuestra iniciación al Japón del que tanto habíamos leído y visto por televisión... y un poco más y no nos vamos!!!, un pequeño problema de salud a cinco horas de coger el avión casi echa al traste con el viaje y con el dinero pagado, pero la buena labor realizada por los servicios de urgencia del Hospital/Mutua de Terrassa convirtieron mi pesadilla inicial en una mera anécdota más del viaje.
Y así empezamos, una hora de sueño, maletas al coche, paseo hasta el parquing de larga estancia del aeropuerto del Prat en Barcelona y primer avión hasta el aeropuerto de Roissy-Charles de Gaulle, en París. Una vez en París, lo normal que se hace en un aeropuerto hasta coger el avión que llega al destino deseado... unas carreras de una terminal a otra. Al salir el primer vuelo de Barcelona con retraso, hizo que llegáramos muy justo al transbordo, pero en estos casos uno saca fuerzas de donde sea!!.
Vuelo muy placido, y tras unas 12 horas llegamos a Japón, habiendo cruzado el espacio aéreo de países que ni siquiera sabia que existían. Narita fue el aeropuerto de destino y una vez recogido nuestro equipaje y pasado el control de inmigración tuvimos nuestra primera experiencia nipona...el olor. Me explico, no vayáis a pensar mal, desde pequeño y tras dos operaciones del tabique nasal, mi nariz no funciona como debiera. Soy incapaz de oler prácticamente nada (vamos, que nadie me pregunte donde esta el fuego, que por el olor a quemado va a ser que no....), pero saliendo del aeropuerto de Narita, en la calle me llegó un olor especial, soy incapaz de describirlo, pero era una sensación agradable, mi nariz volvía a funcionar, aunque por desgracia, a los pocos días y una vez acostumbrado al clima y las ciudades, mi nariz volvió a ser la de siempre, un utensilio donde aguantar las gafas.
Por último comentar un poco el recorrido y la estancia (en sucesivos post intentaré escribir un poco de cada etapa, cuando me fallé la memoria espero acordarme de leer para recordar estos buenos momentos). Todo el viaje estaba preparado de salida (contratado con Viajes el Corte Ingles, delegación Terrassa C.C.). No hemos tenido ningún problema y todo lo planificado previamente con la agencia se ha cumplido a la perfección y con creces (puestos a quejarme como siempre hago, solo una replica, aunque creo que no es culpa de la agencia de viajes, los hoteles japoneses, a excepción del primero, no me han gustado, la próxima vez me voy a un Riokan, estoy convencido que experimentaré sensaciones mejores).
Hemos visitado Tokio, Kioto, Nara, Miyajima, Hiroshima y Osaka, todas impresionantes, aunque yo me quedaría con Kyoto o Hiroshima, me encantaron estas ciudades. Hemos visto infinidad de templos sintoistas y budistas, a cual más precioso, nos han atacado los ciervos sagrados de Nara reclamando sus galletas y hemos purificado nuestro cuerpo, espíritu y mente para los próximos años, que a buen seguro serán duros y complicados.
Para acabar esta introducción una pequeña lista de agradecimientos para Patricia (en Cataluña), Yoko y Akiko (en Japón) por la paciencia que han tenido conmigo, y a Rubén y Victor, dos compañeros de viaje mejicanos, por su simpatía y charla. Entre todos han conseguido que sea un viaje inolvidable.

Saludos y no dejéis de leer próximamente el capítulo 2: Primeras impresiones.


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